Inés Ramírez es una mujer campesina que vive en Río de Talea, un pequeño pueblo de menos de 400 habitantes de la zona indígena de Oaxaca. De hecho, Inés no habla español, y su lengua materna es el zapoteco.
El 5 de marzo 2000, esta mujer estaba embarazada y se encontraba sola en su choza. La clínica más cercana estaba a casi 100 kilómetros de distancia cuando empezaron los dolores del parto, y la línea telefónica estaba alejada de su vivienda. Intentó dar a luz por su cuenta pero, tras 12 horas de esfuezos sin éxito, Inés tomó una dura decisión: tras beberse varios tragos de alcohol de frotar de 70 grados, cogió un cuchillo de 15 centímetros para matar animales y, empezando por el ombligo, se hizo un corte en el abdomen para intentar hacer una cesárea. Trascurrida más de una hora, y siempre sentada en el suelo de la cocina, pudo llegar al útero y sacar al bebé con vida. Le cortó el cordón umbilical y, en ese momento, cayó inconsciente.
Al de unos minutos recuperó la consciencia, y pidió a su otro hijo de 6 años que buscase ayuda en el pueblo. Tras varias horas de intentos, fue capaz de encontrar un médico que pudiese ayudar a su madre. Cuando llegaron a la choza, la madre seguía con vida puesto que había dejado de perder sangre, el médico pudo realizar una sutura con hilo de la vivienda, y pudo enviar a Inés y a su recién nacido al hospital.
Según este paper científico publicado en el ‘International Journal of Gynecology Obstetrics’, el caso de Inés Ramírez es único en el mundo, y no se ha encontrado un caso similar de una mujer que se haya realizado una cesárea a sí misma con éxito. Además, en la Wikipedia hay una entrada dedicada a esta valiente mujer, que no dudó en tomar una dura decisión para poder salvar la vida de su hijo.